Heavenly Romance

Mientras escucho música acurrucada en el pórtico de la casa, veo como el viento se arremolina por las calles, levantando una pequeña capa de polvo, incitándome a entrar en la casa en esta noche fría y con el viendo amenazando contras los árboles, como abofeteándoles por interponerse en su camino y no dejarlo ser libre.


Me mira, está mirándome con esos hermosos ojos verdes de los que me enamore hace algunos años, en ellos se ve la felicidad, puedo ver el amor que siente por mí en ellos, claramente el reflejo de mi amor, que crece cada vez más al igual que el suyo.


Los pequeños arbustos moviéndose de un lado a otro, como moviéndose al compás de una canción demasiado violenta, pero con movimientos claramente diferentes cada vez, como lo son los copos de nieve, únicos movimientos, que aunque parecen iguales, si prestas la suficiente atención te das cuenta de que no es así, de que todo es diferente, de que no todo a pesar de parécelo es inconstante.


Puedo ver esa sonrisa en sus labios, y la forma en la que me incitan a besarlos. Una noche como esta hace que la calidez de sus labios sea adictiva, pero yo me reúso a hacerlo, incrementando su deseo, haciendo que después sea más pasional su forma de besarme. Su sonrisa se ensancha más y eso hace que mi aliento se corte por un momento, después se la devuelvo, esperando que me persuada con un beso fugaz, que llega minutos después de haberlo pensado, tibio, lento y lleno de amor.


A pesar del oscuro cielo puedo ver las pequeñas e inofensivas nubes viajar por el viento y las estrellas a pesar de que por momentos, ya que las mismas nubes se interponen en mi vista, ocultando a las estrellas como si fueran pequeños diamantes que se cohíben con las miradas de muchos que como nosotros, disfrutan de la vista.


Después están sus labios, haciendo un sonido ronco y profundo, saliendo de ella, la frase “te amo” que a pesar de haberla escuchado millones de veces, sigue causando esa sensación de confort, la sensación de la punta de una pluma acariciando la piel, el cosquilleo de un beso, pero todo eso sin la necesidad de un roce físico.


Puedo escuchar también el viento soplar, como hace golpea las pequeñas piedras sobre mi piel, haciendo que sienta como si estuviera enfadado conmigo. Mi cabello haciendo cosquillas en mi mentón mientras viaja de un lado a otro, arriba y abajo a causa del viento.


El aleja mi cabello oscuro de mi cara, toma uno de las plumas de su cabello y me la coloca en el mío, puedo sentir su aliento de nuevo y sus labios en los míos mientras termina de colocarlo a ciegas.


Las luces que adornan nuestro hogar encendiéndose y apagándose con una sincronía demasiado carente de diversión, solo apagándose y prendiéndose repetitivamente, monótonamente, sin la esperanza de que en algún momento, su vals llamara mi atención.


Lo observo de nuevo, sus ojos brillantes y verdes posados en los míos, haciendo que me hunda en ellos, hundiéndome en la canción que está tarareando para mí, mi Lauri tarareando una canción para mí, nuestra canción.


Y aunque el invierno está presente, no se deja ver en realidad. Y mejor observo todos esos botones de flores a mi costado esperando por el sol de la mañana para mutar y convertirse en hermosas flores magentas, danzando mostrando su belleza y esperado un alago.


Sus manos en las mías, intentando hacerme ceder con su tacto, mirándome con esa sonrisa y los ojos cerrados, implorando por mas amor y se lo doy, amor físico, amor del que se siente, ese amor que, hace que lo nuestro sea “Un Amor Celestial”